El recientemente electo alcalde de Nueva York también entró a la política por el lugar menos previsto, más allá del aparato del Partido Demócrata y del peso de la tradición de personajes históricos, como el propio Andrew Cuomo. También debió reponerse de la campaña del miedo que impuso el propio Donald Trump. Se trató de un candidato alegre, que supo incluso reírse de sí mismo y sus limitaciones. Características que trascienden lo ideológico y que muestran que las demandas de la sociedad son cada vez más ricas y sofisticadas. Todo sucede en el contexto del rechazo a los liderazgos clásicos. Leer más
